"En los EXTRAVÍOS nos esperan los HALLAZGOS; porque es preciso PERDERSE para volver a ENCONTRARSE." E. Galeano

domingo, 27 de abril de 2014

La Transilvania que se esconde detrás de Dracula - Bucarest y Transilvania, Rumanía

           En este poco tiempo de viaje (o mucho, según los ojos de quien lo vea) hemos visitado desde pequeños pueblos a grandes ciudades capitales, pasando también por las que se encuentran en el medio de esa escala tan subjetiva pero real. Charly García hizo una canción (ma´que canción TEMAZO) que habla de la “grasa de las capitales”, de ese humo contaminante que sobrevuela las grandes metrópolis que además de infectarte los pulmones te machaca el cerebro, alienándote y convirtiéndote en “uno más”, en alguien impersonal que se parece a todos menos a vos mismo. Y es que en este tramo de viaje hemos aprendido que en las grandes ciudades la gente se comporta más o menos parecida en todos lados, sea Roma, Tirana o Sofía, todos comparten mismos “patrones” que no hace falta hacer referencia, porque usted lector, seguramente sabe de lo que hablo. Sin embargo nos hemos topado con muy buena gente en estas capitales, con bichos raros que están abiertos a pensar distinto que la última moda. Es cierto que nos sentimos más cómodos en los pueblos chicos, donde las costumbres del lugar las aprendemos mirando a la gente en la calle o conversando con locales, en lugar de tener que estar espiando por la rendija que te dejan entrever los negocios de Vodafone y Mc Donalds para descubrir cuál es la comida típica de un lugar. Sea como sea, en este viaje de mochila con fecha de vencimiento (ya se que faltan muchos meses más, pero esto se pasa volando), las capitales son importantes porque mucha gente va y viene de ellas, lo que nos proporciona un primer paso en cada país como para después apuntar hacía el punto que más nos entusiasme del mapa.

En las plazas/parques de Bucarest - El banco atestigua nuestra ubicación

El camionero turco nos dejó a unos pocos kilómetros del centro de Bucarest donde nos esperaba una habitación que habíamos alquilado por dos noches para pasar nuestro segundo aniversario de novios juntos, y no en la casa de terceros. Además de viajeros somos novios y ¡nos queremos mucho! un poco de intimidad no viene mal che jaja. Quiero hacer un breve comentario sobre la habitación que alquilamos mediante Airbnb a solo 15 eurocitos la noche, parecía sacada del Hobbit, me tenía que agachar cada vez que pasaba por una puerta (el marco me llegaba a la nariz) y no entraba en la ducha parado. No sea mal pensado lector ¿Cómo no me voy a duchar? No soy tan sucio (?) Me duché sentado y me golpeé la cabeza 8 veces contra el techo de cemento en las cincuenta horas que estuvimos hospedados.

Arco del triunfo rumano (de Rumanía, no de Roma jaja) - Primero fue de madera, en 1878 y construido a las apuradas
para que las tropas desfilaran en él. En 1936 se construyó este por el fin de la Primera Guerra Mundial.

Pasamos unos días muy interesante en Bucarest, la París del Este, donde conocimos el Arco del Triunfo rumano que conmemora la independencia de Rumanía, los grandes parques (pero grandes de verdad, 8 cuadras de verde… en varios puntos de la ciudad) y el segundo edificio más grande del mundo, el Parlamento rumano (el más grande es el Pentágono) que no nos entraba en la foto. Si Sofía era una capital limpia y ordenada, Bucarest es igual pero cuatro veces más grande. Si hay algo que nos enamoran de estas capitales del Este europeo son sus parques llenos de niños y animales, con mucho verde y sombra de los árboles que invitan a tomar mate. Por el momento los rumanos no se avivaron del mate.

Felices de conocer el Parlamento rumano :)

Hasta el momento veníamos haciendo dedo con muy buen promedio de tiempo y experiencias más que positivas pero en Rumanía nos encontramos con algo que no teníamos en mente: los trenes son super baratos y funcionan muy bien. Como ferroviarios que somos no pudimos escapar a la tentación de probar el servicio cuando nos dirigíamos a Brasov (se pronuncia Brashov), en Transilvania, y nos encontramos con una empresa del Estado que si bien no exhibe lujos en sus formaciones (son simples y quizás un poco viejas) cumple con una excelente frecuencia, puntualidad, comodidad y conecta prácticamente todo el país. Con los rumanos que hablamos nos expresaron su contento con la empresa CFR, probablemente sea un ejemplo a seguir.

La pequeña mantiene el equilibrio en su motito
Típica situación en los parques de Bucarest, media tarde
El tren llegando a la estación
Siempre puntual














Así es que nos dirigimos a conocer el castillo de Dracula y el castillo de Peles, mucho menos conocido pero realmente muy bonito. Estuvimos en la ciudad de Brasov, que si queres conocer Transilvania es estratégicamente ideal porque queda cerca de un montón de pueblitos que hacen que la región parezca sacada de un cuento. En realidad, visitar esta zona te hace entender porque tantos escritores y artistas en general se ven inspirados en estos pueblos, los techos de las casas de tejas redondeadas y pintadas, las pequeñas torrecitas en punta haciendo juego con los arboles nevados que se elevan en pequeñas montañas que pierden sus picos entre esa niebla eterna me hizo trasladar inmediatamente a las líneas que escribió Bram Stoker en sus descripciones de Transilvania, en Dracula. 
Una pregunta típica de familiares o de las personas que vamos conociendo en el viaje es que lugar nos gustó más y en ese sentido tenemos varios lugares que nos encantaron de maneras diferentes. Pero por ejemplo nunca podríamos vivir en Estambul por su caos constante, similar que el de Roma, pero Transilvania es una invitación a tener una casa de madera en la colina, cerca del bosque, con la paz de esos pueblitos tranquilos que pareciera que la gente duerme la siesta las veinticuatro horas del día, pero que los servicios llegan con total normalidad y el tren pasa a cada hora conectándote con el resto del país. Es que a excepción de Bucarest el resto del país es bastante homogéneo, poblados o ciudades tranquilas, rodeadas de montañas y bosques, construcciones encantadoras y buena gente. Rumanía es un país bastante pobre dentro de la UE, sin embargo no tuvimos ningún inconveniente ni siquiera la noche que nos íbamos a Sighisoara que dormimos en la estación de tren para ahorrarnos unos pesos.

El Castillo de Bran, el de Dracula. La nieve y la niebla cooperan para que la visita sea con el misterio que se merece

El Castillo de Bran desde su patio interior

Antes de hablar de Sighisoara les cuento un poco de Brasov. Es una de las ciudades más grandes de Transilvania, rodeada de montañas y con un centro histórico muy lindo. Cuenta con una hermosa iglesia llamada Black Church (iglesia negra), que efectivamente los colores de sus paredes externas hacen honor a su nombre, y un casco histórico medieval que en un día de caminata tranquila se recorre. A veinte minutos de colectivo de línea se llega al castillo de Bran, el de Dracula. La ciudad entera está copada de merchandising del famoso vampiro, todo gira en torno al mito y al personaje creado por el escritor irlandés. El castillo en sí es genial, se ingresa a los jardines principales y la construcción se encuentra elevada, por lo que todo el paseo previo antes de llegar a las puertas es un saboreo de lo que se viene, siempre rodeado de árboles y casas con pasto en el techo (posta, tan verde es). A pesar que en las afueras todos los puestos están super enfocados a Dracula, el interior del castillo no hace tanta referencia a éste sino al linaje rumano que realmente vivió en el palacio fortificado. Apenas una habitación cuenta sobre los vampiros (donde inexplicablemente hablan del “chupacabra” jaja) y la novela de Stoker.

Paseando por Brasov - Díganme que no es una ciudad genial

También visitamos el castillo Peles, en Sinaia, otro pueblo de ensueño. Este tiene una construcción mucho más llamativa, es más pintoresco, también se encuentra rodeado de bosques y un arroyo. Si bien no tiene la publicidad que tiene el de Dracula, el castillo de Peles es una visita obligada en la región. En las fotos se puede apreciar genial.

Coqueto Castillo de Peles, rodeado de bosques y montañas nevadas
Horizontes de Transilvania

Como conté anteriormente, pasamos la última noche durmiendo en la estación de tren y salimos a Sighisoara, un municipio de menos de diez mil habitantes pero conocido por su casco histórico. Tuvimos la suerte que uno de esos pocos locales decidiera hospedarnos, así que dormimos en la casa de Mark y Raluca (ambos rumanos) junto a Razvanel, su hijito de 3 años. En este rincón de Rumanía nos reenamoramos de Transilvania por sus bosques y las construcciones de tejas coloridas. Mark tiene un negocio donde vende souvenirs, pero no los comunes imanes para la heladera sino que talla sus propias cucharas de madera (típicas del país) y les explica a los turistas que significado tiene cada una. También vende otras artesanías varias y todas tienen una historia. La verdad que le va muy bien, a la gente le gusta llevarse algo de un lugar con la historia del objeto escrito en la bolsa. En Sighisoara nació Vlad Tepes, el personaje que le dio fama a Transilvania gracias a Dracula, y eso hace que se acerquen turistas a apreciar el casco histórico fortificado en la colina. Sin embargo a las cinco de la tarde el lugar se vuelve una seda, se escuchan los pajaritos y los vecinos salen a caminar por los bosques. No es joda ni estamos inventando esto para enamorarlos de Transilvania. Es así. Salen casi todos los días a caminar por los bosques.

Foton de Flor - El reloj en la torre, barrio viejo de Sighisoara

Lo lindo de estar en los pueblitos es que podemos parar a sacarnos fotos y así y todo, no pasa nadie

De este pueblo nos vamos para Budapest, la capital de Hungría, que alguna vez fue centro del Imperio Austrohúngaro. Volvemos a dirigirnos a una capital después de una experiencia inolvidable en la bella y poco reconocida Transilvania.  Por suerte en Sighisoara nos pudimos escapar por unos días de esa "grasa de las capitales que cubre tu corazón", como dijo Charly.

Muchas gracias por leernos

Foto simétrica en Sighisoara - El merchandising de Transilvania al palo

domingo, 20 de abril de 2014

Este o Este

                 Como si hubiésemos cambiado de una gran ciudad capital a un pueblo campesino pasamos de Estambul a Sofía, que es nada más ni nada menos que la capital de Bulgaria. Si bien no somos amantes de las ciudades capitales, en este caso unimos dos porque era más fácil llegar, y por supuesto que ésta última tenía un gran atractivo para nosotros desde lo cultural y por lo ignoto que resulta Bulgaria para los argentinos. La corta e inexperta experiencia que tenemos nos indica que los destinos poco turísticos tienen grandes sorpresas.
                Bulgaria es un país de poco más de siete millones de habitantes con una historia medieval muy rica que se mantiene viva hoy en día con sus ruinas bien conservadas. Como dato de color, las ciudades preservan como representativos los escudos medievales en sus banderas.
                En Sofía nos encontramos con una ciudad muy bonita, muy ordenada y limpia. Sin grandes edificios pero con hermosas y extensas plazas que sirven de paseo diario para cientos de ciudadanos. Todas las plazas en esta capital estaban llenas de gente en cualquier horario, desde grupos de adolescentes escuchando música hasta ancianos y ancianas jugando al ajedrez, todos en las plazas, con el cantar de los pájaros y la compañía de las fuentes decorosas.

Catedral Sveta - Nedelya - En 1925 fue destruida por un ataque bomba donde se intentó asesinar al popular
Rey Boris III, que se salvó por llegar tarde a la ceremonia donde fallecieron 128 personas.

                La urbe tiene muchas postales detenidas en el tiempo: los tranvías antiguos (los cuales se utilizan y mucho), las calles empedradas, las estatuas de leones cuadra por medio…todos detalles que te transportan, si estás predispuesto, a viajar cien años atrás. La ciudad también cuenta con varios sitios históricos de relevancia como la iglesia Alejandro Nevski que en su momento fue la catedral católica ortodoxa más grande de Europa del Este, pero cuando Serbia se enteró de esto, mandó a construir otra mayor.

Catedral Alejandro Nevski - Seguramente queres saber que prócer búlgaro es Nevski.
En la próxima foto...

Le pusieron Nevski para honrar a los rusos que los liberaron del Imperio Otomano.
Nevski fue un santo de la Iglesia Ortodoxa rusa. Los búlgaros en realidad no saben quien es jaja

Y acá aprovecho para contarles algo curioso de los Balcanes, todos los países (Croacia, Montenegro, Bulgaria, Eslovenia, Macedonia y Bosnia) odian a Serbia por ser soberbios y agrandados, según nos contaron distintas personas de algunos de estos países, mientras que los serbios solo tienen buenas relaciones con Grecia ya que comparten varios rasgos de la cultura. Es un dato curioso que está cargado de historia y presente, de que nadie olvida que Serbia fue la capital y la preferida de la ex Yugoslavia y que para colmo hoy en día tiene buenas relaciones con Grecia que en los Balcanes tienen fama de ser racistas e individualistas. Repito, todo esto que contamos es lo que nos dijo la gente de los distintos países, como en este caso en Bulgaria. Serbia no lo conocemos, no vamos a prejuzgar. Ya veremos.
                Para conocer la ciudad aprovechamos (una novedad para nosotros) una visita guiada gratuita, llevada a cabo por estudiantes, que no cobran nada pero aceptan donaciones voluntarias. Estas “free walking tour” son una muy buena alternativa para los viajeros que quieren aprender la historia y cultura del lugar pero no tienen un mango, que no quiero ser evidente pero podrías estar leyendo la página de unos de estos. Ahora. No sé, fíjate. En fin, si van a una ciudad que puede llegar a tener rincones históricos interesantes busquen en internet por los free tours de la ciudad en cuestión que están muy buenos.

Free walking Tour Sofía - Teatralización de la historia política de Bulgaria en la Plaza

                Nuestra amiga griega Eirine de Salónica nos había recomendado ir a Veliko Tarnovo también en Bulgaria, así que nuestro itinerario nos empezaba a acercar a Rumanía. De Sofía salimos en un tranvía que se convertía en subte y después pasaba a vías ferroviarias típicas, que obviamente lo tomamos gratis porque casi todos los medios de transporte en Bulgaria no son controlados y encontrar la casilla que vende boletos es un lío. Una vez que estábamos “afuera” de Sofía hicimos diez minutos de dedo y un Audi nos llevó los 221 kms que unen la actual capital con la antigua, Veliko Tarnovo. Un lujo. No el auto, eso no importa, sino hacer todos esos kilómetros en un solo tramo. Con el señor conductor charlamos de todo un poco y me sorprendió lo enterado que estaba sobre los jugadores argentinos en distintos deportes. Trabajaba en una compañía de seguros y estaba disgustado de que la gente en Bulgaria no quería progresar, que a los que viven en los pueblitos de ensueño (que a Flor le encanta ésta palabra) rodeados de montañas no les interesaba poner empresas, ni trabajar en ellas, y eso perjudicaba la economía del país.
                Es que Bulgaria tiene eso, tres o cuatro ciudades "grandes" y el resto está poco urbanizado o directamente es campo. Personalmente me encanta pero también comprendí lo que me decía nuestro conductor con nombre difícil que mi memoria ni siquiera intentó recordar (pero que cuando se presentó obviamente le devolví una sonrisa). “Estamos viviendo del pasado” me decía, refiriéndose a todo lo relacionado con su país: a los deportes, a la economía, a la política y a la gente en general. Justo pasábamos por un pueblito donde una mujer de unos cuarenta juntaba unas flores azules con su hijo, a las 2 de la tarde, lo que le dio pie para completar: “Ves, a eso me refiero, a esta hora ella tendría que estar trabajando y está juntando flores. Vivimos en el pasado”.

Balcones de Veliko Tarnovo - De fondo, las montañitas y los techitos hacen un horizonte genial

                Llegamos a Veliko Tarnovo con la grata noticia de que el trono de Game of Thrones (serie estadounidense de la que Flor y yo somos fanáticos) iba a estar en la ciudad. Resulta que pasean el icónico trono original de la serie por famosos puntos medievales para publicitar la serie y justo iba a estar los días que nosotros visitamos la ex capital búlgara.

La Reina en el Trono

                Tarnovo es una ciudad entre montañas que tuvo su momento de esplendor en la edad media antes que decidieran cambiar la capital de lugar. Algunos búlgaros nos dijeron que la trasladaron porque la ubicación montañosa del ex centro nacional era incómodo para la gente, otros que lo movieron porque Sofía está más cerca de Serbia y era una manera de impedir que el país "odiado por todos" les ocupara las tierras del norte. La verdad es que Veliko Tarnovo fue capital en su momento y hoy en día es una ciudad con grandes estructuras pero con poca gente que la habite. Nos hospedó Marin, un búlgaro que también trabajaba en compañía de seguros, casualidad.

Contemplando (sin boina) - Casco
histórico de Tarnovo
El león es un símbolo para los búlgaros -
Están en todas las ciudades


               

                 Junto a Marin y su amigo alemán André pasamos dos días muy activos en la ciudad medieval. Si Veliko Tarnovo estuviese en un país con más turismo sería conocida por todos nosotros. El casco histórico se encuentra en una colina a menos de dos kilómetros del centro centro, y tiene las ruinas muy bien conservadas del antiguo castillo del medio evo, llamado Tsarevets, donde se encontraba el palacio real y además era conocido como la principal fortaleza de la región desde el 1180 hasta el 1400. La capilla en la cima de la colina se encuentra en perfecto estado. Recorrer las callecitas entre el centro y ésta antigua fortaleza es un paseo muy agradable porque las construcciones son del 1800, que sobrevivieron a los bombardeaos de la guerra y están protegidas por UNESCO y distintas organizaciones.

Ruinas de la fortaleza y en lo alto de la colina, la iglesia católica

Paseando por Tsarevets, en las ruinas de la fortaleza.

                La hospitalidad de Bulgaria y su historia nos dieron días muy agradables e interesantes. Al momento de partir, Marin y André nos llevaron hasta la ruta donde un camionero turco nos levantó rumbo a Bucarest donde pasaríamos nuestro segundo aniversario de novios. Momentos graciosos pasamos con el turco en nuestro viaje de 4 horas como cuando descubrimos que manejaba viendo una serie de su país en su computadora apoyada sobre el tablero de conducir, o como cuando me invitó a sacarme las zapatillas adentro del camión y supuso que Flor estaba haciendo lo mismo jajaja pobre, casi se vuelve loco intentando explicarnos que si ella se sacaba su calzado la mujer lo mataba. El fondo de pantalla de su portátil con una foto de él junto a su mujer musulamana y su hijita junto a la música que nos acompañó gran parte del viaje nos dieron la pauta de que era un ferviente religioso turco, como todos los que conocimos.


Catapulta y Balista - La felicidad de Seba en medio de armas de asedio medievales

                En el próximo post les contaremos sobre nuestros días en Rumanía, vamos a visitar la capital Bucarest y la misteriosa Transilvania en varios pueblitos (Brasov, Sighisoara y quizás algo más). 

Besos a todos a la distancia. Espero que les hayan gustado nuestros días en Bulgaria. Felices Pascuas (?)

miércoles, 16 de abril de 2014

Más perdido que turco en la neblina

             Nuestro itinerario cambió varias veces, tiene más mutaciones que Michael Jackson, estuvimos en ciudades que antes del viaje ni sabíamos que existían y dejamos sin ver siquiera de lejos otros lugares que nos parecían paradas obligadas. Y nos sentimos cómodos y contentos haciéndolo de esta forma, cuando parece que la ruta es tan obvia como un vidente leyendo el destino aparece una voz en alguna de nuestras cabecitas que dice “¿y si en vez de ir por acá van por allá?”. Y todo se renueva, trasforma y abre nuevas posibilidades.
                Sinceramente Estambul no estaba en los planes de ninguno de los dos. La cantidad de kilómetros “de más” y nuestra ignorancia sobre Turquía nos hacían no prestarle atención a la metrópoli de dieciséis millones de habitantes. Las recomendaciones de algunos conocidos hicieron que lo repensáramos y finalmente la insistencia de otros viajeros a lo largo de nuestros días en Europa nos hicieron poner a Estambul como un destino indiscutible en nuestro 2014.

La torre Galata (1348)  fue construida por los genoveses
y en el Imperio Otomano la usaban como torre de vigilancia
Efectos locos a la foto - caminando por Estambul

                

                  Partimos a Estambul sin siquiera poder confirmarle a nuestro futuro anfitrión por falta de tiempo, solo teníamos su número de teléfono y la esperanza de cambiar las sensaciones que nos había dejado Grecia. Y habíamos empezado bien, ¡en la frontera no nos interrogaron! Wiiiii jajajaja
                Lo que vivimos las cuatro noches y cinco días en Estambul fue el shock cultural más grande al que estuvimos expuestos y del que más aprendimos. Napoleón Bonaparte dijo que “si la Tierra fuese un solo Estado, Estambul sería su capital” y me acordé de esa frase varias veces en el caminar de los días. La ciudad es un quilombo de gente, autos, mezquitas y calles diagonales empedradas donde podes encontrar de todo (pero DE TODO) y la historia que reposa bajo sus baldosas te abraza de forma tal, que te invita a tomar un Chai (té turco que se sirve en tacita sin manijita, ¿qué tul eh?) y contarte sobre ella misma.

La "Nueva Mezquita", una de las más imponentes, coquetas por dentro
 y visitadas. Apenitas entando a Asia

                Como la mayoría sabe, amigos lectores, Turquía tiene parte de su territorio en Europa y otra gran parte en Asia. Ellos mismos saben que es un gran chamuyo (chamuyo = mentira) económico su pertenencia al continente occidental e inclusive nos han contado que se sienten puramente asiáticos. A la urbe la corta el Bósforo (que además une los Mares Negro y Mármara) y los puentes que la conectan son también la forma de pasar de Europa a Asia y viceversa. De un lado abundan los shoppings, los locales de comida rápida, anchas peatonales y la torre Galata del mil trecientos cuarenta y ocho alzándose entre todos los edificios. Del otro lado hay grandes mezquitas cada trecientos metros, puestos de ventas de cualquier cosa en la calle, olor a antiguo imperio, turcos gritando por todos lados, mujeres totalmente de negro y a las que solo se le ven los ojos comprando en joyerías, zapaterías y hasta ropa interior femenina colorida. Les dejo la difícil tarea de que solitos y solitas reconozcan que lado pertenece al europeo y cual al asiático.
                Probablemente lo que a nosotros, argentinos rasos, más nos impresionó fue la gente y dentro de ella, como viven la religión. Nuestras experiencias previas con el mundo islámico habían sido en Albania pero claramente eran una minoría sin mayor profundidad social. En Estambul la gente te hace sentir el islam, es realmente impactante ver caminar por la calle a un hombre de jeans y remera junto a una mujer totalmente tapada de negro con grandes túnicas, que inclusive dificulta que se le reconozcan los brazos. Igualmente de impactante que ver a los hombres en distintos horarios del día y de cualquier estrato social lavándose los pies en las canillas exteriores de las mezquitas. Fue muy común verlos de traje lavándose los pies junto a otros muchísimo más pobres (no tomamos fotografías "de cerca" a estas costumbres por respeto a sus creencias), al igual que era usual ver a la misma mixtura de clases sociales rezando uno junto al otro sobre las coloridas alfombras turcas en los alrededores de las mezquitas cuando era el llamado del mediodía.

El patio de la "Nueva Mezquita" donde se pueden ver a los hombres lavándose los pies.
La sacamos de lejos, pero se puede apreciar.
                Para poder visitar las mezquitas Flor se tuvo que tapar el pelo y ambos nos teníamos que quitar las zapatillas. Las mezquitas por dentro son más bien sencillas, con grandes y simples aros colgantes del techo que sostienen las luces, las paredes tienen coloridos azulejos que forman distintos símbolos y las alfombras (factor fundamental de los musulmanes para rezar) son muy mullidas. Inclusive la famosa y gigantesca Mezquita Azul tiene ese aspecto humilde y austero por dentro. Asimismo, fue muy llamativo para nosotros ver que las mujeres rezan en una especie “gallinero” apartado, donde raramente se las puede contemplar en su conexión con Dios.

Mujeres rezando en el "Women´s section", dentro de la Mezquita Suleymaniye - No es una convención de ninjas, no
Descansando entre las flores de los jardines de Sultanahmet

                No vamos a hacer juicios de valor sobre esta religión ni ninguna otra, solo a contarles un poquito de lo mucho que aprendimos hablando con la gente y leyendo. El Islam es una religión que nombra a Dios como Alá y de quien no tiene una referencia visual (como lo sería Jesucristo en la cruz para los católicos), no niega a Jesús sino que lo toma como un mensajero de Dios, un predicador entre otros. Las mujeres se cubren el pelo porque así “lo dice el Libro”, pero sin embargo en ningún lugar dice que se deben tapar la cara, eso es una elección personal siendo que las que más se cubren se sienten más religiosas. También en las calles se pueden ver mujeres con Hiyab (el pañuelo que usan en la capocha) negros y a otras con unos coloridos, y eso también es elección de cada una sin representar ningún compromiso marital como suponíamos nosotros cuando las veíamos por primera vez. Otro dato del Islam es que los musulmanes están obligados según el Corán a ayudarse unos a otros, sobre todo aquellos que más tienen deben colaborar con quienes son pobres (tarea difícil en el mundo moderno de la producción). Inclusive nos contaron que antiguamente existía una caja en el medio de las pequeñas ciudades donde cada uno dejaba el dinero que le sobró (del día o del mes) y que el que lo necesitaba podía ir a agarrar sin necesidad de agradecer ni mirar a la cara a su benefactor, pero si tomaba dinero de más o sin tener la necesidad, eso quedaba entre esa persona y Dios, lo que significa un peso más grande. Sin embargo esta tradición hoy en día es imposible de llevar a cabo por el tamaño de las ciudades y por el sistema económico. Con estos ejemplos vemos como en cierto sentido los musulmanes llevan una vida más "individualistas" con Dios, cada uno actúa como mejor le parece siempre teniendo en cuenta su relación con Dios, pero nadie debe juzgar ni hacer opinión alguna sobre el actuar de otra persona. A diferencia de lo que conocemos del catolicismo no existe un cura que señale lo que está bien o mal, en el Islam cada persona rinde "tributo" y lealtad a Alá según lo que cada uno entiende del Corán, y como mejor le parece.

Fotón de Fuertes, marche postal - Mezquita Azul

Entrada a la Mezquita Azul, albatros volando y las aguas danzantes

                Con este resumidísimo trasfondo religioso deben imaginarse que no nos daban los ojos para observar todo lo posible, con la difícil tarea de obligar a nuestros cerebros a guardar todas las imágenes y sensaciones que teníamos al caminar por Estambul. Conocer el Gran Bazar es otro plato fuerte de la ciudad, la gente que en Argentina se queja de la "Salada", que no entren al Gran Bazar. Este gigantesco mercado de quince por quince cuadras tiene por dentro todos los negocios de lo que se les ocurra: típicos dulces turcos, lámparas asiáticas, carísimos souvenirs, lugares de comida, venta de alfombras, carísimas joyerías, venta de oro por kilo, venta de camisetas de fútbol, ropa de segunda mano (mucha), juguetes, artesanías medio pelo y artesanías geniales, platos pintados a mano… Podría escribirles dos páginas sobre todas las cosas que se venden pero se van a embolar. Solo imaginen que cualquier cosa es vendible ahí dentro, y todo se regatea, todo. Los turcos tiran cualquier precio para empezar una negociación, si no les regateas, se hacen el día con un solo turista.

En el Bazar de las Especias (también conocido como Bazar hindú) se pueden encontrar todo tipo de condimentos,
y además, estos riquísimos dulces turcos

Una Flor en el Gran Bazar

                Recorrimos los palacios de los antiguos sultanes y nos tomamos el tiempo preferido para nosotros, el de perdernos en las calles de la ciudad sin destino fijo. Caminar por caminar. También usamos un día entero para visitar las islas de los antiguos príncipes, mediante un barquito que te llevaba por solo 2 eurocitos llegábamos a estas increíbles islas llenas de naturaleza. La vista de Estambul desde arriba del cerro de la isla mayor es inigualable, se ve la ciudad de frente en todo su esplendor. Lo único repudiable que vimos en la isla era que se utilizaban caballos para tirar carros para pasear a los turistas, cerca de cien caballos atados corriendo durante horas para confort de la gente. No guta.

Disculpe las molestias, caballos trabajando :(

Aunque algunos suertudos tienen sus ratos de ocio y salen a pasear, mientras el perrito les ladra

                Con respecto a nuestro genial anfitrión fue un caso muy particular, una experiencia aparte. No vamos a dar su nombre porque él prefiere el anonimato. Nosotros no sabíamos bien quién nos iba a hospedar, sinceramente (antes dijimos que solo teníamos el número de teléfono y es cierto), el único otro dato con el que contábamos era que es cheff.  Con el correr de los primeros minutos que pasamos juntos fuimos descubriendo cosas llamativas: tenía chofer privado, una camioneta muy lujosa y cuando entramos a su “lugar de trabajo” todos lo trataban de jefe. Sin embargo su simpleza y poca ostentación nos confundían y nos hacían dudar. Nunca hubiésemos imaginado que en Turquía nos iba a hospedar un millonario dueño de cadena de restaurantes, pero así es este viaje, pasamos de estar en carpa en las montañas en Meteora a que nos hospede un flaco con barco propio.

La sección preferida de Seba - Contemplando
Esta es la última foto de la querida y desaparecida
boina
Coleccionando atardeceres
 el pájaro en el agua es genial


















                Realmente hicimos una amistad muy sincera con él. No nos dimos cuenta de su real posición económica hasta el último día. Nos pasamos todas las noches tomando cerveza y charlando, de que el dinero le quita el gusto a las pasiones más grandes (como para él la comida) y con nuestra única herramienta que es prestar el oído llegamos a charlas muy profundas. Un detalle no menor de él es que trabaja entre ocho y diez horas diarias, podría quedarse en la casa viendo la tele, pero todos los días (incluyendo sábado y domingo) va a cocinar él mismo. Y repetimos que recién el último día nos dimos cuenta de su posición porque su poca ostentación es para resaltar.

Seba en la "Nueva Mezquita".
La casaca de QAC presente

Mujer musulmana que para tapar sus ojos usa anteojos de sol,
y todo el resto de su cuerpo tapado. Fuerte choque entre lo
tradicional y lo moderno


















                 En fin, escribo menos esta vez para que se puedan tomar unos segundos extras a apreciar las fotos. Con la felicidad de haber conocido un lugar genial, de haber sobrepasado de las trabas que Grecia había puesto en nuestro camino, partimos a la desconocida Bulgaria. En nuestra “estructura” de viaje cambiante, aquí finalizó la primer etapa: Italia – Turquía. A partir de ahora nos dirigimos al norte, o al sur, depende de cómo les guste mirar el mapa… pero Dinamarca es el horizonte y por suerte nos queda mucho terreno en el medio por descubrir.

Foto paparazzi - picnic de mujeres musulmanas

Mezquitas cada 100 metros - típica vista de la ciudad, si miras para arriba, claro

       Sentí que fue una responsabilidad grande para mí tener que expresar de la mejor manera posible nuestras experiencias en esa esplendida ciudad que es Estambul, así que espero que les haya llegado un poquito al menos de lo que vivimos.

                Gracias por leernos. De verdad.

martes, 8 de abril de 2014

En la tierra de Aristóteles - Atenas, Meteora y Salónica, Grecia

          Querido lector, estás por empezar a leer el post más largo que hayamos hecho hasta el momento. Te invitamos a que si podes te tomes un tecito, cafecito o unos buenos mates (¡como lo extrañamos!!!!) mientras te contamos nuestros días, experiencias y anécdotas en Atenas, Meteora y Salónica, las últimas tres paradas en Grecia.
En los papeles, en la previa, Atenas era un plato fuerte en nuestro viaje. Centro neurálgico de la historia de la humanidad, esta ciudad nos provocaba cosquillas de solo pensar en todos los años de civilización que lleva encima su tierra, esa invitación a imaginar que Sócrates o Aristóteles pasearon por el mismo suelo que íbamos a caminar. Así es que en un largo viaje unimos Patras con Atenas, intentando en vano quitarle expectativas para paliar la ansiedad a la gran ciudad.
La capital griega es bipolar. Por un lado tiene su faceta de gran ciudad con su gran centro y su caos comercial, y por otro, como si estuviese separado por una línea imaginaria tiene sus ruinas e historia. Para poder transmitirles lo que es Atenas me parece oportuno utilizar Roma como contrapartida. En la ciudad italiana las ruinas de la antigua ciudad y la “nueva” se entremezclan como si fueran una paleta de colores de un pintor desprolijo, es una pelota de modernidad e historia que en cien metros pasas de un shopping a un monumento milenario. En cambio en Atenas esa mescolanza no existe, la gran ciudad moderna está por un lado y la historia está por otro. Ni mejor ni peor pero distinto. Uno camina por sus calles y puede ver una típica iglesia bizantina pero no mucho más, sin embargo, cuando decidís ir a visitar la ciudad antigua te trasladas a una región donde no hay edificios cerca, ni casas. Hay que abonar la entrada (un solo ticket para las 7 partes de la ciudad antigua a 12 euros, o 6 en nuestro caso por ser estudiantes extranjeros. Si éramos griegos era gratis) y entrar a una región enrejada donde se preservan todas las ruinas que sobrevivieron estos dos mil años. Algunas ruinas llegan a tener dos mil cuatrocientos en realidad.
El antiguo Templo de Hefesto (Dios de la Metalurgia) y Atenea Ergané (Diosa de la cerámica)
del siglo VII.

En tres días pudimos recorrer todos los lugares de interés histórico que podíamos acceder con nuestra entrada: el Ágora antigua, el Teatro de Dionisio, el Ágora romana, Kerameikos, el Templo del dios Zeus, la Librería de Adriano y por supuesto, el Partenón. Poniendo a funcionar nuestra imaginación al 101% fuimos reconstruyendo cada uno de los lugares, leyendo todos los carteles guías y tomándonos nuestro tiempo para contemplar y viajar al pasado. En algunos lugares las ruinas eran solo escombros en el suelo con algunas columnas en pie pero en otros las estructuras estaban más enteras. Si comparamos las ruinas romanas con las griegas, estas últimas estaban en bastante peor conservación, claramente, pero no podríamos dejar de decir que las griegas tienen más de mil años más de antigüedad ¡Más de mil! En total más de dos mil años en el mismo lugar. Es un flash. En el Ágora antigua caminamos por las distintas construcciones de la antigua Grecia, por la puerta de la una antigua vivienda de Sócrates y en la Acrópolis (plagada de turistas) disfrutamos de las construcciones más conservadas, el Partenón y el Teatro de Dionisio, ambos impactantes.

Ágora romana - Este lugar era tipo un regalo del emperador Augusto para Grecia. Buen tipo (?)

Una de las tardes se la dedicamos también a subir a la colina Licabeto a ver el atardecer. Es increíble como en una subida de no más de cuarenta minutos en el medio de la ciudad se accede a una vista tan poética, que cuando se esconde el sol en el horizonte y da lugar a que las luces artificiales iluminen el Partenón, es el espectáculo gratuito más bonito de toda Atenas.

Atardecer en la colina Licabeto - La Acrópolis iluminada. ¿Lindo eh?

En conclusión, fue una bonita ciudad para visitar, que quizás si le hubiésemos puesto menos expectativa nos hubiese impresionado más. No sé, no quiero decir que nos desilusionó porque de ninguna manera fue esa la sensación sino que cumplió sus altas expectativas pero no le sobró nada (espero que así se entienda jaja es una ciudad genial pero es lo que esperábamos). Hubo un hecho que quizás nos condicionó de mala manera con Atenas y fueron nuestros anfitriones de las primeras dos noches. Como siempre escribimos las buenas y las malas experiencias, hay que decir que las dos noches que pasamos con la pareja chilena y griega fueron las peores hospedándonos en casas ajenas, así que les voy a dedicar unas líneas para explicar brevemente porqué. Para el que no conozca couchsurfing, es una página de internet donde la gente se registra y ofrece alojamiento gratuito. La idea es que si tenes espacio en tu living y un sofá, se lo des a alguien para que pueda dormir ¿Qué obtenés a cambio? Intercambio cultural, historias y un poco de ayuda en tu casa (como sea lavar los platos, que te cocinen, etc). La parte más importante es el intercambio cultural, claramente, para ambos. El que se hospeda obtiene mucho más que un lugar para dormir porque tiene la posibilidad de conversar con gente del lugar, vivir la cultura del país que estás visitando sin la hipocresía de la sonrisa paga de la recepción de un hotel turístico. Nosotros nos hemos hospedado con gente que estaba de mal humor, de buen humor, cansados por su trabajo, con ganas de salir de joda… de todo un poco. Pero siempre aprendiendo de ellos e intentando transmitir vivencias argentinas y permeables a lo que tenían para contarnos.

Típica iglesia bizantina, y Seba, claro

Esta pareja está inscripta en couchsurfing pero cobran 8 euros la noche, por persona, porque Grecia “está en crisis” y ellos tienen que pagar las cuentas (lo llamaban “la caja de donaciones”). Lamentablemente ese no es el espíritu del intercambio cultural. Si todas las personas de los países que están en crisis quieren cobrar, desaparecería couchsurfing considerando que más de la mitad de los países de Europa están en crisis, toda Latinoamérica, África y no sé cuántos países de Asia. En fin, además de ese “cobro” diario recibimos malos tratos de parte del griego. La frutilla del postre fue que además de nosotros hospedaban a una chica estadounidense y el pibe no se cansaba de atacarla en cada conversación grupal que teníamos, como si ella fuera la culpable que Estados Unidos invadiera países. La verdad es que nos sentimos muy incomodos, claramente ella no era culpable de nada, e inclusive sin que nosotros digamos nunca acerca del tema se tomó la molestia de pedirnos disculpas en nombre de su país por los desastres que hacen sus gobernantes en Latinoamérica. Si ese gesto nació de ella espontáneamente no había necesidad de que el pibe griego la hostigara el tiempo que nos quedamos en su casa. Por suerte la tercer noche pudimos cambiar de anfitrión y nos hospedó Angelos, un muchacho muy buena onda que nos dio un poco de paz y café. Para cerrar este párrafo quiero remarcar que Panos (nuestro anfitrión en Patras), un flaco couchsurfer que conocimos de casualidad en Atenas que se llamaba Max, Angelos y nuestros dos anfitriones posteriores (en Salónica y Estambul) nos dijeron que denunciemos a esa pareja ateniense en la página y se indignaron, todos. Para que se den una idea que no somos nosotros solos los que recibimos de mala forma esa situación.

La Acrópolis y los turistas, una historia de amor.

El Partenón :) en remodelación, hay que hacerle mantenimiento sino se complica jaja

Partimos de la casa de Angelos hacía Meteora. La verdad es que no pensábamos poder visitarla, ya lo habíamos sacado del mapa pero la improvisación se hizo eco en nuestras mentes nuevamente y la misma mañana que nos despertamos para dejar Atenas decidimos ir a acampar a Kalambaka y Kastraki.

Teatro de Dionisio - Siglo VI ANTES DE CRISTO, si si, vieijto

Los siguientes días en los pueblitos fueron lo más bonito que conocimos en Grecia. Ambos están inmersos entre las piedras enormes y desde donde se escuchan las campanadas de los monasterios de ermitaños monjes que viven en ellas. Estos conventos fueron construidos, encima de esas gigantes rocas, por católicos ortodoxos para preservar la religión en los momentos inminentes a la invasión otomana. Es tragicómico decir que a los turcos no les importó que tengan los monasterios ahí arriba y ni los atacaron, pero que fueron las invasiones nazis las que derribaron más de la mitad de los templos y provocaron daños irreparables en sus intentos de matar a la resistencia griega.

Nuestro primer encuentro cercano con la naturaleza - Adentro del camping en Kastraki

Es alucinante caminar en el bosque, rodeado de esas piedras y ver encima de ellas monasterios de distintos tamaños con quinientos años de antigüedad. La paz del lugar y la extraña energía positiva son algo de lo que no podemos hacer omisión. Si hay lugares en el mundo que tienen de eso que le dicen “energía positiva”, Meteora es uno de esos. Estuvimos en carpa descansando y tomando contacto directo con la naturaleza que tanto nos hacía falta. El dato de color se lo llevan los campings de Grecia porque ¡tienen parrilla! Lástima que no pudimos hacer asadito porque no vendían carne en ningún lado jaja.
Flor subiendo al monasterio
Monasterio de Nikolas Anapausas


Antes de salir de Grecia teníamos una última parada en Thessaloniki, que en español se le dice Salónica. Es la segunda ciudad más grande del país y nos iba a hospedar Eirini, una chica de 23 años que está estudiando (se acaba de recibir en realidad, de veterinaria) en la urbe pero que tiene sus raíces en una pequeña isla, con todas sus bonitas tradiciones. Con ella realmente aprendimos mucho de la cultura del país. Para compensar lo que nos había pasado en Atenas, esta chica fue una de las mejores experiencias couchsurfings. Antes de terminar este extenso post, quiero darle un lugarcito al funcionamiento de la educación pública griega. Como argentinos tenemos el orgullo de tener escuela y universidad pública, y está muy bien, casi ningún país europeo de los que visitamos la tiene. Sin embargo podríamos aprender o copiar algunas cosas de la educación griega. Además de tener un sistema público igual al argentino, ¡los alumnos disponen del material bibliográfico para la cursada en su totalidad gratuito! O sea que todos los libros que necesitan para su carrera se los dan de forma gratuita, lo que es bastante inclusivo. Su sistema de carreras también tiene un límite en cuanto al tiempo de cursada, para evitar los “alumnos crónicos”. Si no te recibís en menos de 4 o 6 años (depende la carrera) perdés todas las materias ¿Pero cómo haces para estudiar si no tenes un peso? En caso que tu familia no pueda ayudarte con los gastos (y lo demuestres) el Estado se hace cargo de tu alquiler en la ciudad en que estas estudiando y te paga una cuota mensual. A nadie en Grecia se le ocurre criticar a los estudiantes por estas condiciones, dicho sea de paso, ya que se entiende que son el futuro del país.

Vista de los pueblitos Kalambaka y Kastraki desde el monasterio de St. Nikolas

Seba pensando en no se qué mirando el monasterio Rousanou

Con Eirine recorrimos lugares cotidianos de la vida estudiantil griega, fuimos a dos centros culturales independientes (y auto gestionados) que vendían comida orgánica y donde se daban clases de distinta índole de forma gratuita. Eran edificios que iban a ser demolidos por el gobierno pero los estudiantes los ocuparon para darle esta importante función. En uno de ellos nos quedamos tomando unas cervezas, y para sorpresa nuestra, de fondo escuchamos un tema de Mercedes Sosa. Sí, en Thessaloniki. “Solo le pido a Dios”.

Antiguo almacén adentro del monasterio Metamorfosis, en Meteora

Antes de irnos de Salónica me robaron el teléfono, medio de comunicación casi central con mi familia y amigos (soy Seba quien escribe) y en donde tenía muchos videos para subir al facebook; pero solo lo menciono porque fue un hecho relevante que merece dos líneas.
Obra de arte en la costanera de Thessaloniki

Nuestro amigo Guille Palmieri nos pidió que contemos sobre las comidas típicas, así que pueden ayudarse con google para saber que en Grecia es muy común que la gente en el día a día coma por la calle “peeta” que es como el shawarma. La gente lo come mientras va de un lugar al otro. También le entran al “souvlaki” que son unas riquísimas brochettes de carne de cerdo. Tenemos varios datos de color más sobre Grecia, pero los charlaremos cuando volvamos con los que quieran J Por el momento dejamos este post hasta acá porque ya se les debe haber acabado el café o el mate que se estaban tomando. 

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Saludos a todos, eternamente gracias por leernos. Nos vemos en unos días con el post de la inimaginable experiencia turca en Estambúl.