"En los EXTRAVÍOS nos esperan los HALLAZGOS; porque es preciso PERDERSE para volver a ENCONTRARSE." E. Galeano

jueves, 26 de junio de 2014

Explorando rincones impensados - Lituania y Letonia

                Levantarme a las seis y media, ducha matutina despierta-muertos, vestirme medianamente formal para ir al trabajo mientras veo el noticiero, caminar hasta la estación, viajar en el querido Roca (¡el tren eh! nunca le diría “querido” a uno de los asesinos de los pueblos originarios de nuestro país), combinar con el subte que voy igual o más apretado que en el tren, llegar a la oficina y empezar con unos mates (probablemente uno de los mejores momentos de la mañana) y con el trabajo del día. Un almuerzo con los genios de mis compañeros de trabajo y empezar a contar las horas para salir. Una vez afuera, tipo cinco y media, subte y tren otra vez para ir a la facu. Cuatro horitas de cursada y a las diez estoy libre, fresco como una lechuga para empezar el momento del día en que ya no tengo responsabilidades u obligaciones. Me tomo otra vez el tren hasta casa, llego diez y media, ceno, miro una serie y a la cama que al otro día hay que levantarse temprano. Gracias por todo, felicidades.
                Quise empezar este post con uno de mis típicos días en Buenos Aires, y como le digo desde que empecé el viaje, “my old life” (en inglés porque con la gente acá hablo en un inglés que tiene serias dificultades para mejorar. No es mi culpa, es el inglé). No se piensen que un día de Flor es mucho más relajado, es exactamente igual solo que a sus viajes hay que agregarle un colectivo y restarle quince minutos en total, que aunque no lo crean, es una diferencia grande que hace que muchas veces vayamos a dormir a su casa porque “queda más cerca” de capital. Cuando sale la charla sobre esa “antigua vida” con la gente que fuimos y vamos conociendo en el viaje, la expresión en las caras de todos se repite sin importar si son croatas, turcos o polacos, todos abren grandes los ojos y dicen algo como “es una locura” o “you are fucking crazy man”. Nosotros les explicamos que no, que mucha gente en nuestro país vive a ese ritmo y que varios inclusive trabajan más horas que nosotros. Es que en regla general nuestra experiencia nos marca que el europeo trabaja menos y “vive” más. Es cierto que en Rumanía laburan más que en Grecia, y que los tanos andan más “de acá para allá” que los austriacos (¿vagos?), pero en ningún lado percibimos en la gente que nos hospedó ni en la que vimos en la calle, el nivel de caos y estrés que hay en Buenos Aires. “Pero claro, si allá están bárbaro y los gobernantes no son chorros” sería un pensamiento típico. Y yo tengo dos respuestas a eso: primero, no toman mate así que el nivel de vida de acá es bajísimo (????) jajaja, y segundo y más “en serio” es que en Argentina me cansé de escuchar “hay que romperse el culo laburando” o “el problema es que acá hay muchos feriados” ¿y saben qué? Si, en Sudamérica en general tenemos muchos feriados, pero la gente en Europa trabaja a ritmos mucho más relajados que no necesitan de días libres, porque básicamente cualquier día de la semana se los puede ver yendo a pescar a las 4 de la tarde cuando salen del trabajo o al parque de pic nic a las 10 de la mañana. Y los parques son una maza, ¿leíste Mussi? Ponete con un parque como la gente en Bera (no vale el Parque Pereyra, uno más cerca del trocen).


Panorámica de Vilnius. Sí, esto es una capital, plagada de edificios (?)

Nosotros en el callejón de los artistas...

                ¿Cómo? ¿Qué vinieron a leer lo que vivimos en Lituania y Letonia? ¡Uuh cierto! Bueno, me desvíe un poco al principio pero me parece interesante transmitir algunos puntos de vista que tenemos desde Europa porque también es una manera de viajar. Cuestión es que nos fuimos para Vilnius, capital de Lituania, donde nos esperaba Virginija (que se pronuncia Virginia, como en español), una señora de sesenta y pico que con el objetivo de devolverle a la gente un poco de la hospitalidad que ella recibió en sus épocas de viajera (“cuando couchsurfing no existía pero la gente hospedaba desconocidos igual”, dijo) y porque sus hijos también son viajeros “de ningún lado”, nos abrió las puertas de su casa con una buena onda terrible.

La Sirenita de Vilnius. Es una especie de copia de la que está en Copenhague. Fotón

                Así fue que en las primeras horas en casa de esta amabilísima señora aprovechamos la intensa lluvia para googlear un poco de la ciudad y el país. No, no teníamos ni idea de donde habíamos ido jaja nunca había estado en los planes ni sabíamos nada de su más que interesante historia. Si bien Vilnius no deslumbra es coqueta con algunos puntos interesantes para conocer: un callejoncito con algunas obras de arte “pegados” en la pared por parte de artistas locales, un lindo centro histórico bien tranquilo para pasar unas buenas horas de caminata y las ruinas del fuerte, en la colina, que son muy interesantes de ver además que desde arriba hay una excelente panorámica de la ciudad.

Flor en el Castillo de Trakai
                Lo mejor vino en la tercer jornada cuando fuimos a visitar Trakai, ciudad que antiguamente fue la capital pero que hoy en día parece más un pueblito olvidado que un “centro de algo”. Cruzar Trakai a pie nos llevó unos 40 minutos para llegar a un gran parque boscoso cruzado por un calmo río del que se desprendían algunos arroyos que para la imagen colectiva Argentina puede parecerse al Tigre. En medio de este lindo espectáculo de la naturaleza se encuentra el castillo de Trakai, fundado en el siglo XIII por el Duque Gediminas, que maravillado por el lugar se mandó esa casita. Como se ve en las fotos el castillo y el ambiente no tienen desperdicio. Nos comimos unos “sanguchitos” junto a las murallas medio a las apuradas porque se venía la tormenta, que finalmente nos agarró volviendo jaja.

El genial castillo de Trakai. Las nubes asoman curiosas

                Les tiramos un par de datitos de color que a algunos amigos les gusta:
-          En Lituania comimos unos quesitos ahumados llamados “Rambynos” (serían excelentes para picadas) que se parecen a salchichitas y son EXQUISITOS. No podíamos parar de comer y nos daba un poco de vergüenza porque Virginija nos miraba con cara de “se los están morfando todos”.
-          También comimos un queso en barra, cubierto de chocolate y frío. Suena loco, pero es delicioso. Los varškės sūrelis se consiguen en cualquier supermercado y la rompen.
-          En Lituania y Letonia hay una sopa típica hecha a base de remolacha con un color rosa intenso que te hace sentir que te estas tomando el brebaje más transgénico y radioactivo del planeta. Sin embargo es rica y dulce, excelente para mojar el pancito.
-          El idioma lituano, el letón y el estonio son completamente diferentes entre sí. El estonio tiene la particularidad de que solo es hablado por un millón de personas en todo el mundo, ellos; y no es ni siquiera parecido a los otros (un lituano y un letón se entienden como si un argentino hablase con un brasilero, ponele). El estonio es totalmente diferente.

En centro de Riga, bonitas construcciones.

Después de una segunda visita a Vilnius, esta vez con la guía de Virginija, entendimos mucho más de la historia tanto del país como de la ciudad y de los muertos por persecución política de los últimos 30 años. Con esa despedida nos fuimos a Letonia, a Riga, donde nos esperaba otro couchsurfer: Jan.

Almorzando frente al mar. El viento tenía hambre y se quería llevar nuestros pancitos con queso

        Riga es una ciudad mucho más grande que Vilnius, quizás tenga más población que todo Lituania. Tiene un gran puerto y un centro comercial grandísimo. Sin embargo recorrerla no es mayor problema, con algunas horas de caminata nos sobró tiempo para ir a pasar un rato junto al ventoso mar. En el almuerzo conocimos a Ricardo, un argentino que vive en Italia hace algunos años, casado con una rusa y con hija e hijo ambos tanos. Viven en Verona y él está enamorado de vivir en Europa, si bien no reniega de su país natal ni nada por el estilo, lo notamos muy feliz de poder criar a sus niños en el ambiente de seguridad que le da Italia. Trabaja en una compañía y su viaje a Letonia era laboral porque resulta que este país báltico, que hace las veces de jamón del medio, se integró hace menos de 6 meses al Euro y, según nos contó, es una especie de paraíso fiscal.

Paseando por Valmiera. Ciudad universitaria. Si, así de poblada

      En Riga nos hospedó Jan, un rubio alto de treinta y pico que heredó plata del padre y se construyó su caserón a 30 minutos de la capital, en un barrio en el medio del bosque y relativamente cerca del mar. Como se mandó a construir la casa él, como se le cantó, le puso un sauna adentro. Resulta que los saunas son bastante comunes en Finlandia y Rusia, por lo que teníamos entendido, pero claramente hay algunas tradiciones que se expanden un poco. Así es que por primera vez usamos un sauna, algo que en Argentina sería impensado y que más que nada lo utiliza la gente que le sobra un mango, tiempo y decide meterse en una habitación a 70 grados para transpirar. Sí, no nos gustó mucho que digamos jajaja no le encontramos sentido. Pero bueno, siempre hay una primera vez.

HERMOSA

     Después de un par de días en Riga nos alejamos del caos y nos fuimos a una ciudad de poquitos habitantes que se llama Valmiera. Queríamos conocer Letonia desde fuera de la capital y teníamos muy buenas recomendaciones de Cesis (antigua centro en la Edad medieval), pero como no encontramos lugar donde quedarnos nos fuimos a Valmiera, que queda cerca y como es una ciudad universitaria, alquilamos una habitación como si fuésemos estudiantes de ahí. De más está decir que pagamos un precio cercano a lo ridículo por una habitación para 4 con baño y toda la chachara.

Interior del Castillo de Cesis
Desde una de las torres del Castillo


De Cesis se dice que ahí está la verdadera cultura letona, fuera de la globalización que puede tener una gran ciudad como Riga. Y bastante de eso encontramos. El castillo fue construido hace más de 800 años por unos caballeros que se llamaban “Hermanos Livornios de la Espada”, muy de cuento de hadas, pero ¿de donde se piensan que salieron esas historias de valientes y nobles guerreros en grandes castillos? Sí, estos fueron uno de esos grupos de caballeros que inspiraron cuentos. La fortaleza se encuentra actualmente bastante deteriorada debido a que cerca del 1580 los defensores prefirieron destruir su propio hogar antes que dejarlo en manos de Iván El Terrible, que se encontraba próximo a conquistarlo. “Si no lo tengo yo que no lo tenga nadie” pensó alguno, y decidieron prenderlo fuego. Luego de eso fue reconstruido en 1620 pero en 1777 fue destruido parcialmente, de nuevo, por el Ejército Ruso. Si bien lo hicieron bolsa varias veces nunca lo destruyeron del todo y por eso lo seguían reconstruyendo.

Seba boludeando con el farol jaja ¿miedo?
Desde el calabozo del Castillo...


El paseo hoy en día es una de las atracciones más interesantes que tiene Letonia, sin embargo cuando nosotros la hicimos solo habían un par de personas más. O sea, este hermoso país báltico no tiene “turismo” como quien dice (puntazo a favor). Para hacer el paseo te dan un farolito con una vela (lo que de la una ambientación genial) y se puede recorrer las antiguas torres, el sótano y los salones. La verdad que la pasamos muy bien en este pueblito que derrocha paz, gente cálida y muy amable, una laguna con cisnes y patos donde comimos un almuerzo riquísimo y el castillo que es un cacho de historia que nos remonta a época de cuento.

Castillo de Cesis. Las piedras circulares que se ven abajo, son municiones reales de catapulta de la época.


En el próximo post les contamos de la joya que descubrimos en Estonia, nuestro primer (y único) vuelo dentro de Europa y los días en Suecia, en la casad de un vegano totalmente de remate.

Gracias por leernos!!! :D

jueves, 12 de junio de 2014

La gente del Campo, Polonia - Varsovia, parte 2




Nos fuimos de Cracovia con el orgullo de haber aprendido un poco de historia y otro tanto de humanismo. En Varsovia nos esperaba Sebastian, un tocayo que nos advirtió que vivía en las afueras de la capital, cerca del bosque. Pero no avancemos tan rápido, en el post anterior no tuvimos lugar para hacer una salvedad que en Polonia nos llamó más que la atención: la gente es altamente amable, más que en cualquier otro país que hayamos visitado antes. Nos vieron por la calle caminando con cara de perdidos y entonces tres personas sacaron sus teléfonos celulares para ayudarnos y decirnos con qué medio de transporte nos convenía movernos. Otra, en la parada del bondi no teníamos monedas para sacar los boletos (acabábamos de llegar y no habíamos cambiado), y se acercó un flaco muy buena onda y nos pagó los boletos, rechazando nuestro intento de darle un billete a cambio. Hay más, estando en Auschwitz habíamos pegado onda con un profesor español que estaba en Polonia para un congreso, y los 40 kilómetros de vuelta para Cracovia se volvía con una pareja de polacos… nos tiraron a nosotros también. Inclusive nos hicieron un puerta a puerta. Así se repitieron constantemente situaciones de amabilidad y apertura de parte de los polacos. Puntazo a favor.

Iglesia reconstruida en Varsovia. El autito le da un toque genial a la escena

Polonia fue uno de los países que más analizamos, que nos llamaron la atención tantas cosas de la gente que no pudimos contener el insano vicio de hacer conjeturas sobre el porqué de sus posturas, cultura y formas. Pensémoslo así: cuando nos lastimamos nuestros cuerpos, se nos hacen cascaritas que a modo de alarma funcionan como un recordatorio de “cuidado boludo, no te vuelvas a golpear acá”. Polonia tiene muchas cascaritas, algunas muy evidentes y difíciles de sobrellevar, con escasas respuestas hasta por su propio pueblo. Pero vamos a ir intentando explicar todos estos detalles (y no tan detalles) que vimos mientras les contamos nuestros días ahí…

Mural en conmemoración a la cientifica genetica Maria Curie. Ni sabíamos quien era
hasta que Sebastian nos contó, y resulta que vivía ahí...

Llegamos a lo de Sebastian que estaba viviendo temporalmente en lo de los padres, en un caserón pegado al bosque. Su departamento, cerca de la “city” lo estaba alquilando para costearse su próximo viaje. Él estaba más que contento por su inminente viajecito por Asia. Su itinerario consiste en recorrer Indonesia, Japón, Corea (hoy en día se encuentra ahí jaja), Tailandia y China, y desde el país del arroz ir todo por tierra hasta Polonia pasando por Kazajstán y Rusia. Una locura linda. Algo con lo que nos sentimos familiarizados, sobre todo con  esa sensación (la de estar previos a viajar) que vimos reflejada en él tal cual se nos removían las ganas en nuestras panzas las dos semanas previas a partir. Esa cuenta regresiva que hace que los días parezcan eternos. Creo que le caímos como anillo al dedo para cortarle con tanta ansiedad para que la espera se le pase más rápido.

Seba en la "entrada" a la Old Town. Todos los edificios que se ven en la foto fueron destruidos en la Segunda Guerra.

Esta foto la saco Flor... NAAA MENTIRITA! la sacamos de internet para que vean y comparen con la foto de arriba.
La columna que se ve destruida en el suelo, es la que se ve atrás de Seba, a la izquierda. Y como se ve, el Palacio ni
aparece acá.

Desde que llegamos Sebastian nos llevó a conocer Varsovia, nos dio tips y nos contó bastante de la historia del lugar. Si bien es una capital como muchas otras, preparada para el turismo y con peatonales comerciales, tiene tanta historia en sus ladrillos que uno se maravilla con la posibilidad de poder escuchar a Chopin en los bancos de plaza (de verdad, te sentás, apretás un botoncito y se escucha distintas obras depende en que parte de la ciudad estés) y caminando entre los montones de edificios reconstruidos a cero, luego de haber sido derribados en la ocupación soviética. Y acá tocamos uno de los puntos que nos llamó más la atención de los polacos: odian a Rusia. Si tuviste la suerte (?) de leer nuestro post anterior o de estudiar algo de la segunda guerra mundial, el gigante soviético “liberó” a Polonia de la Alemania nazi, por lo que cualquiera podría suponer que les estarían agradecidos o algo así. Sin embargo es todo lo contrario, Stalin fue un dictador que se equivocó en mucho, pero sobre todo con Polonia, destruyendo básicamente todo el país. Nuestra sensación es que sufre el síndrome de el/la novia/o traicionado/a. De que esperaba mucho de Rusia y de ser parte del bloque soviético pero terminó ampliamente perjudicada y decepcionada. Hoy en día se puede observar una exagerada tendencia de alabar y adorar todo lo que se relacione con el capitalismo y el consumismo en general. Hay orgullo en la gente al mostrar que en sus calles hay Starbucks, KFC o Mc Donalds. También apoyan (al menos con los que hablamos…) que ciertos edificios que hoy son de utilidad estatal (como por ejemplo, la hermosa escuela de bellas artes) sean “devueltos” a sus antiguos dueños, hombres millonarios que “sufrieron” expropiaciones en su momento. Lo que para nosotros era un atropello a los estudiantes de artes por quitarles su edificio de estudios, a ellos les preocupaba que el inmueble sea puesto en propiedad de a quién corresponde, diciendo que los alumnos ya encontraran otro lugar donde estudiar. Otro dato curioso es que donde estaba el centro del partido comunista ahora pusieron a funcionar la Bolsa de Comercio. Un guiño simbólico del pensamiento nacional. Nos contaron una historia muy interesante que refleja un poco todo esto: cuando Varsovia quedó totalmente destruida, los gobernantes habían decidido dejar los escombros a modo de “monumento”. Sin embargo, fueron los mismísimos vecinos quienes decidieron retornar al lugar para, de entre las ruinas, rearmar sus casas. Al ver esto, los gobernantes volvieron atrás en su decisión y decidieron “institucionalizar” la reconstrucción, porque si lo hacían los vecinos sin el apoyo del Estado se podía considerar un acto “comunitario o comunista” y no era considerado “una práctica capitalista”. Así que fue el Estado finalmente el que llevó a cabo toda la reconstrucción. De nuestras charlas y recolección de historias en Cracovia y Varsovia creamos las opiniones que escribimos más arriba, parte del aprendizaje que vamos teniendo diariamente. De ninguna manera podemos hacer un juicio de valor sobre las posturas que toma un pueblo tan duramente golpeado por la historia y tan manoseado por distintas potencias. No es nuestra intención. Una de las charlas "educativas"(para nosotros, obvio jaja fue en la segunda noche que nos quedamos de Sebastian, que como en la casa de él también se quedaba a dormir un grupo de 5 chicos y chicas de una ciudad cercana (porque iban a ir a un recital), se dio una de esas conversaciones grupales donde nosotros somos el epicentro durante un par de horas, hasta que dejamos de ser novedad y todos vuelven a hablar polaco. Ahí nos vamos a dormir porque no cazamos una jaja.

El Palacio Real. Lo que está marcado con el círculo rojo es para que se vean esos ladrillos de otro color, que es la
única parte que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Todo el resto había sido destruido y fue reconstruido con
los escombros de la construcción anterior.

La Old Town más de cera. El Palacio Real, la estatua del Rey Zygmunt y los antiguos edificios de distintos colores.
Estos últimos también fueron totalmente reconstruidos, no quedaba nada naditas.

Varsovia fue totalmente destruida, en la ciudad hay varias columnas donde se pueden ver fotos de la época, de cómo había quedado todo. O nada, no sobrevivieron casi edificaciones. Gran parte de ellos fueron reconstruidos con los escombros de los originales y siempre intentando mantener el diseño anterior, lo que le da un valor simbólico muy grande. A nosotros nos tomó un día entero de caminata poder recorrer bien todo, incluyendo una merienda flaca de comida pero llena de sonrisas en frente a la estatua de Galileo. En resumidísimas cuentas, esta capital se destaca por dos factores fundamentales: el peso de su historia y el parque Lazienki. Cuando más o menos tenes idea de la historia de los edificios que estás viendo (y más todavía si pegas la suerte de tener un “guía local”, como lo fue Sebastian), las construcciones se transforman en algo más importante. Y con respecto al Parque, es único entre todas las capitales que visitamos. Si bien podríamos compararla con la Isla Margarita de Budapest, Varsovia tiene mucha más calidez y realmente disfrutamos de este parque de 80 hectáreas que funciona como pulmón dentro del caos capitaloso. Además tuvimos la suerte de que, como dijimos antes, nuestro anfitrión polaco estuviese viviendo cerca de un bosque (a 15 minutos del “microcentro”) lo que nos permitió tomarnos una tarde para pasear perdiéndonos entre los árboles. Un dato curioso: Polonia significa “la gente del campo”, y eso es altamente apreciable en Varsovia, es llana y rodeada de verde.

Desde adentro del Palacio Real.
Paseando por la Old Town
















En Polonia tomamos la decisión de volver a cambiar los planes con respecto a nuestro itinerario: vamos a Tallin, capital de Estonia, donde nos tomaremos uno de esos vuelos súper baratitos (más tobara que el bondi, posta) que nos lleve a Oslo, y de ahí bajar a Dinamarca. Copenhague nos espera para cargar combustible en nuestra billetera, o esa es la idea al menos. Para llegar a Tallín tenemos que pasar por los países Bálticos, esos 3 que nos hacen aprender de memoria en la escuela, en la clase de geografía: Lituania, Letonia y Estonia; de abajo para arriba sin repetir y sin soplar. Nos despedimos de Sebastian deseándole mucha suerte en su viaje por Asia y cruzamos contactos para tener idea de por dónde anda. En Lituania ya nos esperaba Virginija, nuestra anfitriona en Vilnius y primera parada en los Bálticos, que nos esperan con la magia que provoca que no sepamos un “cazzo” (?) de donde estamos yendo ni con que nos podemos encontrar.

Cerramos con esta muy linda foto. En la mano, una postal con el antes y después de la destrucción. De fondo
el mismisimo lugar que se ve en la postal...

Gracias por leernos nuevamente!! Era necesario cortar el post de Polonia en 2 porque era mucha información. Ya estamos poniéndonos las pilas para que no pase tanto tiempo en subir el de los Bálticos… que tenemos unas historias muy divertidas para contar :P